La evolución de la tecnología, la involución del ser humano.



¿Acaso la tecnología ya superó los avances de la ética y la moral humana?
¿Cuándo pasamos el punto de no retorno?


Desde que aprendimos a utilizar el fuego, el ser humano ha estado supeditado a su propia inteligencia. Y es gracias a todos esos avances, que fuimos relevando, por lo que hoy podemos comunicarnos desde cualquier parte del planeta. De esta forma, por reciprocidad, seguimos y seguimos evolucionando.

Tenemos aparatos de un palmo que son más inteligentes que nosotros mismos, coches por radio control capaces de caminar por otros planetas. Utilizamos los elementos a nuestro antojo y hasta hemos logrado alargar la vida humana.

Pero, al estar tan ensimismados con el entorno, dejamos de mirar en nuestro interior. Hemos perdido lo único que caracterizaba al ser humano; la búsqueda de respuestas.

Esas respuestas que, al estar solos bajo el cielo estrellado, no podemos dejar de repetirnos durante siglos. ¿Quiénes somos realmente? ¿por qué, sencillamente, existimos?

Tratando de acallarlas, inventamos historias y compusimos melodías. Quisimos darle un significado a esta extraña existencialidad.

Buscamos la forma de hacer lo que nuestros ancestros tildan de imposible y logramos cambiar la salvaje naturaleza por nuestra amable realidad. Creando, así, la superpoblación actual.

Y es al fallar al entendimiento del Yo y al haber una masiva multiplicidad de los Otros, cuando la visión de la realidad se difumina y el sentido común pasa a ser el menos común de los sentidos.

Al parecer, la moral humana va decreciendo mientras las innovaciones tecnológicas se despuntan. Recordemos a Tay, la Inteligencia Artificial de Microsoft.

"¡Hagamos una inteligencia capaz de mantener conversaciones con el público adolescente! Es una edad difícil y todos querríamos a alguien de confianza con quien poder hablar o consultar dudas. No importan los años que cueste crearla", debieron pensar. 

Pero sí importó el día posterior a publicarla y es que, por desgracia, la creación tarda toda una eternidad mientras que la destrucción dura tan solo un instante.

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